Salir de mi cascaron no ha sido fácil, el temor al qué dirán era lo que hacía que siempre esté en el anonimato, mi ganas de gritar, reír, bailar, llorar y muchas cosas que quise hacer, estuvieron opacadas por un supuesto miedo hacia lo demás, el de ser lastimada por otros. Pero pensando en mi carrera, el periodismo, en la cual se supone que la libertad de expresión va por delante, me preguntaba ¿dónde está mi libertad de expresión? A veces pienso que será por las prohibiciones de mi padre en cosas sin importancia, la impotencia de no hacer las cosas que quería, se hizo más grande al querer ser libre, el hacer más cosas y que ahora si puedo hacer sin importar el qué dirán, el tener más confianza y seguridad en mi misma para poder hacer bien lo que me propongo no ha sido fácil, caídas por donde iba, y mi siempre ganas de volver a levantarme, virtud que muchos admiran ,y que humildemente, no sé porque lo hacen. Me costó tanto encontrarme, el dejar de hacer remolinos en un pequeño vaso de agua, el llorar por cosas sin importancia, tales como notas bajas injustamente ( según yo), o por un amor no correspondido o porque el Messenger se fue, es parte de mi, y me causa gracia el haber sido yo, porque con eso aprendí de que hay cosas más importantes, mis padres, mis hnos., mi carrera, y sobre todo Dios, pensar que algunos se quejan por no tener zapatos, y otros se quejan por no tener pies. Pienso que es hora de volver a pisar tierra, el tener bien puesto los pantalones para enfrentar lo que la vida traiga más adelante, y como siempre, levantarse otra vez.
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